Como a esta altura es universalmente sabido, el medio ambiente atraviesa una serie de crisis simultáneas (climáticas, hídricas, urbanas, agrícolas, forestales y epidemiológicas) que afectan gravemente la trama de la vida que hemos conocido desde hace cientos de años.
A partir de mediados de los sesenta, en los países desarrollados surgió la preocupación por los daños irreparables en el medio ambiente que estaba ocasionando el “desarrollo industrial”. Asimismo, el concepto de desarrollo resultó igualmente afectado. La solución conceptual fue el surgimiento del desarrollo sostenible. A través de este concepto, se busca garantizar una mejoría de las condiciones sociales y también del ecosistema, que es la fuente de cualquier economía. Sin embargo, si nos atenemos a los resultados de las Cumbres climáticas y los estudios de organizaciones –gubernamentales y no gubernamentales- de protección del medio ambiente, este objetivo no se ha logrado y el deterioro es cada vez mayor.
En síntesis, ante la crisis ambiental que evidentemente amenaza a la humanidad –casi en su totalidad- realizamos trabajos vinculados con sus causas y efectos, abordando problemáticas como la gestión de residuos tóxicos, instrumentos de desarrollo sustentable, producción de energías alternativas (por ejemplo, solar o eólica), la crisis nuclear en Japón, y la contaminación ambiental en la cuenca Riachuelo-Matanza.
Desde ya, coincidimos con Foster (2000), quien postula que las propias relaciones sociales de producción capitalista conducen al deterioro del ambiente. De hecho, el propósito de la producción capitalista es el lucro, y el daño ambiental implica mayor ganancia por el abaratamiento de los costos de producción. Dentro de la disminución de costos está la sobreexplotación de la naturaleza o la utilización de los espacios públicos como basurero privado. También se incrementa la ganancia si se aumenta la rotación del capital, y para que esto suceda es necesario que los productos tengan una vida útil corta. Así, se impulsa la producción de más y más objetos cada vez menos útiles en términos de durabilidad, aunque puedan serlo en función inmediata; con ello se incrementa el consumo de recursos naturales y de basura.
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