Es difícil encontrar alguna reflexión sobre el futuro de la educación hecha desde cualquier punto de vista (pedagógico, filosófico, profesional, político…) que no afirme que una de las funciones de la educación del futuro debe ser la de promover la capacidad de los alumnos de gestionar sus propios aprendizajes, adoptar una autonomía creciente en su carrera y disponer de herramientas intelectuales y sociales que le permitan un aprendizaje continuo a lo largo de su vida.
En virtud de que la educación es una actividad humana, sin importar la definición del término que se adopte, es preciso apuntar a la realización de deseos o expectativas puestas en otro (adulto, niño), tratando de formar, adoctrinar o desarrollar ciertos rasgos y no otros. De esta manera, toda teoría educativa, según el filósofo inglés MacIntyre (1990), puede reducirse a dos propósitos: la educación como un puesto o plaza social, o la educación de las capacidades inherentes al individuo. Para este filósofo, en los sistemas educativos modernos ha primado la primera visión.
Es preciso reconocer que esta área es la que mayor demanda de trabajos ha tenido en los últimos años, por lo cual se han incorporado a nuestra organización licenciados y expertos en educación, en sus diferentes niveles y modalidades. De hecho, todos los gobiernos y formadores de opinión suelen sostener la premisa de que la educación es fundamental, o el elemento clave, para el desarrollo de las sociedades. En este contexto, a lo largo de nuestra trayectoria se han realizado trabajos con una amplia variedad de enfoques y abordajes que contemplan sobre todo la necesidad de desarrollar procesos de enseñanza-aprendizaje efectivos, con un enfoque constructivista. Enumerar las tesis realizadas en esta área puede resultar abrumador para el lector: por ello, preferimos que nos consulte directamente para analizar su caso y ver cómo se puede desarrollar el trabajo de investigación que necesita.