Se la puede concebir como una ciencia omnipresente en todos los eventos y acontecimientos de la contemporaneidad. El Marketing se ocupa de investigar las necesidades de un mercado –que puede ser de bienes o servicios- procurando que coincida la oferta con la demanda, protegiendo la calidad del producto o servicio que le toca promocionar y vender. Desde esta perspectiva, se reconoce también que la función del Marketing es mucho más amplia y profunda de la que se asocia al marketing tradicional: se trata de conocer en profundidad a los clientes y consumidores. El marketing se aplica a cualquier cosa, incluso se pone al servicio de la ideología política y es capaz de comercializar vidas humanas, así como armas letales. Igualmente, si se utiliza como técnica o ciencia, es apasionante penetrar en el mundo del marketing, por ejemplo, de los juegos de azar, o de tecnología de última generación en bioingeniería –cultivo de células-.
La formación de actitudes del consumidor se ve influida por la experiencia personal, la influencia de la familia y amigos, el marketing directo, los medios masivos de comunicación y por la personalidad de los consumidores. Los individuos que tienen una alta necesidad cognoscitiva, es decir aquellos que buscan información y disfrutan el pensamiento, es posible que formen actitudes en respuesta a los anuncios que presentan abundante información relacionada con el producto. Por otra parte, los consumidores que tienen una necesidad cognoscitiva baja, tienen más probabilidades de formar actitudes favorables en respuesta a aspectos más superficiales, como ser la contratación de celebridades para promocionar un producto.